lunes, 24 de noviembre de 2008

VIDA CONTEMPLATIVA


Desde la antigüedad ha habido almas consagradas que se han recluido totalmente del mundo y en el santuario de su propia alma, para buscar la santificación personal y orar por la de los demás.

El ejemplo más elocuente lo constituye la Santísima Virgen, quien, humilde en Nazareth, consagró su virginidad al Señor y luego su propia carne, su corazón, su completa dedicación

y su oración permanente, Oculta, o velada en segundo plano, siguió a Su Hijo en su vida pública.


Más tarde asistió también a los apóstoles orando con ellos.
Por eso los propios evangelistas y apóstoles
respetan su intimidad apenas hablando de Ella.


El propio Divino Maestro elogió esta vida contemplativa cuando dilucidó la discusión entre Marta y María alabando la actitud de María (Le., 10,40-42) y, sobre todo, con su ejemplo, cuando se retiraba siempre "al monte para orar, y pasaba la noche en la oración con Dios" (Le., 6,12).


Teresa de Jesús, débil mujer, "ruin e imposibilitada", como tal, de otras grandes empresas, determinó reunir a otras poquitas mujeres que siguieran los consejos evangélicos ( Camino de Perfección, 1,2), proponiéndose orar porque no continuaran pasándose al demonio los hombres y aventajaran en el camino del Señor (ídem, 3,2).


Es la Doctora abulense, la Madre Fundadora de los Carmelos y la gran guía de la contemplación: con su propia experiencia y con las enseñanzas de sus escritos.En ellos nos dice que la oración es necesaria, tanto la vocal como la mental (ídem, 22,3), que ella todo lo puede (Vida, 39,5) y que es el mayor bien de la tierra (ídem, 7,10).


Las monjas carmelitas, sus hijas, tratan ante todo de amistad a solas con Dios (ídem, 8,5).
Esta es la mejor oración. Hablando a solas con Dios, obtienen de El las bendiciones para todos los que estamos en el mundo.


Para esto se juntan en comunidad, añadiendo disciplinas yayunos (Camino Perfección, 3,10) y de esta forma, aun estando encerradas, pelean por Dios (ídem, 3,5), lo ayudan (ídem, 1,2) y lo consuelan por tantas ofensas como se le hacen en el mundo (Cuenta de Conciencia 6a, 1; 26a, 1), trabajando,en suma, no por encerrarlo a El en sí, sino encerrarse ellas en el Señor (ídem, 15a, 3). ;Su vida, desde este ángulo, es un verdadero apostolado, pues es necesario su aporte a la Iglesia.


Decía a este respecto Su Santidad Pío XII en la Constitución Apostólica 'Sponsa Christi' entiendan bien que su vocación es plena y enteramente apostólica, no circunscrita a límite alguno de tiempo, lugar o cosa, sino que se extiende siempre y en todas partes, a todo lo que de cualquier modo atañe al honor de su Esposo y al bien de las almas" (AAS, 43, 1951, 14).

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