sábado, 6 de noviembre de 2010

6 noviembre: BTOS LUCAS DE SAN JOSÉ Y COMPAÑEROS MÁRTIRES


Los Beatos Mártires que celebramos cayeron víctima del odio a la fe cristiana durante la Segunda República y la posterior Guerra Civil española, entre los años 1934, 1936 y 1937. Manifestaron hasta el martirio su amor a Jesucristo, su fidelidad a la Iglesia Católica y su intercesión ante Dios por todo el mundo. Antes de morir perdonaron a quienes les perseguían. Los mártires no consiguieron la gloria sólo para sí mismos. Su sangre, que empapó la tierra, fue riego que produjo fecundidad y abundancia de frutos. Por eso es necesario conservar la memoria de los mártires. Entre los casi quinientos mártires que hoy celebramos recordamos en el Carmelo a:

-Lucas de San José y catorce compañeros, miembros de la comunidad carmelitana de Barcelona.
-Eusebio del Niño Jesús y quince compañeros, miembros de la comunidad carmelitana de Toledo.
–Eufrasio del Niño Jesús, martirizado el 12 de octubre de 1934, durante la revolución asturiana que precedió a la Guerra Civil española.
-Las hermanas Esperanza de la cruz y tres compañeras, carmelitas misioneras en Barcelona.
-Madre Apolonia del Santísimo Sacramento, carmelita de la caridad.

El martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo: una Iglesia formada por hombres, frágiles y pecadores, pero que saben dar testimonio de su fe vigorosa y de su amor incondicional a Jesucristo, anteponiéndolo incluso a la propia vida. Dado que los mártires son personas de todos los ámbitos sociales, que han pasado su existencia haciendo el bien y que han sufrido y han muerto renunciando a salvar su vida y perdonando a quienes los maltratan, nos sitúan ante una realidad que supera lo humano, y que nos invita a reconocer la fuerza y la gracia de Dios actuando en la debilidad de la historia humana.

ORACIÓN COLECTA

Dios clemente y rico en bondad,
que llamaste a estos hijos tuyos Lucas de San José y sus Compañeros
a servirte en el Carmelo y los regalaste la gracia del martirio,
concédenos, por su intercesión,
la bienaventuranza de dar testimonio de tu evangelio de paz y de amor.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.

OFICIO DE LECTURA
Segunda lectura
De los escritos de los Beatos Carmelitas Teresianos, mártires en Toledo

¡Qué grande es el amor y que tan importante papel desempeña en el hogar de una familia verdaderamente cristiana! Él es el que hace callar la voz del egoísmo. Él, el que destruye el amor propio: enemigos que hacen desaparecer en el hogar la paz y esa franqueza familiar, que tanto consuelo traen a los corazones. El amor entre unos y otros es el que deshace la tempestad, que, a veces, se levanta, queriendo traer la desesperación a las almas, por el fracaso en los negocios, por falta que se tiene hasta de las cosas más necesarias, y la más de las veces por flaquezas que, más o menos, todos tenemos y que debemos soportar los unos a los otros… Ámense y ayúdense mutuamente en todo y verán qué alegre se les hace la vida y qué fácil de sobrellevar las dificultades que en ella se presentan.
Por lo que a mí respecta, lo principal ya está hecho: mi profesión solemne. ¡Qué consuelo se experimenta al pensar seriamente que se deja el mundo para siempre por seguir a Cristo Jesús que es el camino, la verdad y la vida, que lleva a la vida eterna (Jn 14,6). Trabajemos un poquito por ganar el cielo, todo lo demás pasa con celeridad espantosa. Yo no he hecho más que pasar de soldado de la patria a soldado de Cristo, y este Capitán es tan amable y tan bueno, que ya se puede militar con agrado bajo su bandera. “Mi yugo es suave y mi carga ligera” dice él mismo (Mt 11, 30). Jamás he sentido en el año de servicio la paz y el contento que se experimenta a veces en el convento; ya dijo que la paz que Él da no la puede dar el mundo (Jn 14,27).
¿Más consejos? Para llegar a la cumbre de la santidad tenemos que subir por los caminos del sacrificio, y dejar al Señor que gobierne nuestra vida y esclarezca el camino que más pronto nos lleve al monte de perfección. Por lejos que nos creamos de la deseada cumbre, si Dios nos guía estaremos más cerca que siguiendo nuestros equivocados juicios. Dios es el “camino” para las almas que de veras lo buscan. Dejarse conducir por la mano amorosa de Dios, sin pensar en lo pasado, ni en lo futuro, en lo próspero ni en lo adverso, juzgando que lo que Dios nos da es lo más conveniente, es signo de virtud consumada. El verse unido con Dios no puede por menos de regocijar el alma, y por consiguiente, cuantos menos obstáculos impidan que esa unión se llegue a alcanzar lo más perfecta posible, más satisfacción ha de experimentar en sí mismo.
Procuremos ser más santos: la salvación ha de estar sólo en la santidad. ¡Cuán incierto es el porvenir que nos espera! ¿Será la era de los martirios? Hermanos, demos gracias a Dios, porque ha querido elegirnos para el martirio. ¡Qué suerte morir por Dios!
Qué la Resurrección del Señor sea el símbolo de la nuestra a vida más perfecta, y que la nuestra sea como la del Señor.

Responsorio San Cipriano, Carta 58

R. Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por la fe. *Que dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.

V. Revistámonos de fuerza y preparémonos para la lucha con un espíritu indoblegable, con una fe sincera, con una entrega total.

R. Que dignidad tan grande, qué felicidad tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo.

1 comentario:

  1. Me gusta mucho este blog quiero much a Santa Teresa de Avila y a San Juan de la Cruz.
    ¡Os felicito!
    Pily de Carmona

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