viernes, 12 de diciembre de 2008

¿CÓMO ERA TERESA?



Al prologar la primera edición de las Obras de la Madre Teresa de Jesús en el lejano 1588, su primer editor fray Luis de León confesaba no haber conocido personalmente ala autora. Pero estaba seguro de poseer un buen retrato de ella en sus hijas y en sus escritos.
De acuerdo con fray Luis.

Pero afortunadamente las hijas e hijos de la Madre Teresa nos han legado dos retratos directos de la Santa.

El primero y mejor, debido a la pluma de su predilecta carmelita Maria de San José (Salazar). El otro, menos primoroso, debido al pincel italiano de fray Juan de la Miseria.
Trascribimos aqui el primero de los dos:

una deliciosa semblanza de la Madre Fundadora, hecha por Maria de San José en su "Libro de Recreaciones", escrito para solaz de las carmelitas de Lisboa hacia 1585/1586.
Escribe así la monja carmelita:

"Era esta santa de mediana estatura,
antes grande que pequeña.
Tuvo en su mocedad fama de muy hermosa, y hasta en su última edad mostraba serlo.

Era su rostro nada común sino extraordinario, y de suerte que no se puede decir redondo ni aguileño.

Los tercios de él iguales, la frente ancha e igual y muy hermosa, las cejas de color rubio oscuro con poca semejanza de negro, anchas y algo arqueadas.

Los ojos negros, vivos y redondos, no muy grandes,
mas muy bien puestos; la nariz redonda y en derecho de los lagrimales, para arriba disminuida hasta igualar con las cejas, formando un apacible entrecejo, la punta redonda y un poco inclinada para abajo, las ventanas arqueaditas y pequeñas y toda ella no muy desviada del rostro.

"Mal se puede con pluma pintar la perfección que en todo tenía: la boca, de muy buen tamaño, el labio de arriba delgado y derecho, el de abajo grueso y un poco caído, de muy linda gracia y color.

Y así la tenía en el rostro, que con ser ya de edad y muchas enfermedades, daba gran contento mirarla y oírla, porque era muy apacible y graciosa en todas sus palabras y acciones.

"Era gruesa más que flaca y en todo bien proporcionada.

Tenía muy lindas manos, aunque pequeñas.
En el rostro, al lado izquierdo, tenía tres lunares levantados como verrugas pequeñas,
en derecho unos de otros,
comenzando desde abajo de la boca el que mayor era,
y el otro entre la boca y nariz, el último en la nariz, más cerca de abajo que de arriba.

"Era en todo perfecta..."
(Libro de Recreaciones, octava recreación)

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