viernes, 15 de mayo de 2009

Simon Stock ...


Atendiendo a una voz interior que le inspiraba el deseo de abandonar el mundo, dejó el hogar paterno a la edad de doce años, encontrando refugio en un retirado bosque.

Prefirió seguir el llamado de Dios que permanecer en la comodidad del hogar.


Un enorme roble cuyo tronco consumido formara una cavidad suficientemente amplia como para colocar una cruz, una imagen de Nuestra Señora y recostarse, le sirvió de oratorio y habitación. Empleaba el tiempo en la contemplación de las cosas divinas, oración y austeridades. Bebía agua de una fuente en las proximidades y se alimentaba de hierbas, raíces y frutos silvestres. De vez en cuando, sin embargo, un misterioso perro le llevaba un pedazo de pan. Evidentemente, como otrora a los solitarios del desierto, el demonio no lo dejaba en paz.


“Simón fue entregado por el enemigo de la salvación a las penas del espíritu, a violentos escrúpulos, a crueles remordimientos sobre los peligros de esa vía extraordinaria que él recorre, privado como estaba de la gracia de los sacramentos, desprovisto de todos los medios que la Iglesia concede sin cesar a los fieles, todos los días expuesto a morir en esa terrible soledad, sin socorro ni consolaciones. El ejemplo de tantos ermitaños que Dios condujo en la misma vía reanimaba su confianza,- el recuerdo de las gracias con las cuales el Cielo lo había favorecido, para confirmarlo en su resolución, lo reaseguraba”.


Y especialmente la protección de Nuestra Señora, a quien fuera consagrado desde el vientre materno, le devolvía la paz. De otro lado, también los ángeles venían a hacerle compañía y lo entretenían en la soledad en que moraba. Así vivió cerca de 20 años.


Mandato para que se uniese a los carmelitas


Nuestra Señora le reveló entonces su deseo que se uniese a ciertos monjes que vendrían a Inglaterra provenientes del Monte Carmelo, en Palestina, “sobre todo porque aquellos
religiosos estaban consagrados de un modo especial a la Madre de Dios”.

A pesar del gran atractivo que tenía por la soledad, Simón volvió a la casa de sus padres

y retomó el curso de sus estudios. Se graduó en teología y recibió las sagradas ordenes. Mientras aguardaba la llegada de los monjes anunciados, el Padre Simón Stock se dedicó a la predicación.

2 comentarios:

  1. hermoso texto,el llamado del señor,es todo un ejemplo simon a seguirle a decir que si al señor sin importar nada solo estar en oracion y vivir en su puro amor.


    miles de bendiciones
    emily.

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  2. En la vida todo es pasagero solo nos acompanora nuestros esfuerzos y por ellos nos daran lo prometido estar en la casa de padre yle diremos abba papaito

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