sábado, 25 de octubre de 2008

"La `Josefina` del Padre Gracián, vallisoletano"



“Entre los vallisoletanos del pasado, el padre Jerónimo Gracián de la Madre de Dios es uno de los más ilustres a pesar de que no se le conozca demasiado en la ciudad. Su padre, Diego Gracián, fue uno de los humanistas y aguerridos defensores de Erasmo. Casado con doña Juana Dantisco aquí en Valladolid, el matrimonio tuvo nada menos que veinte hijos (cinco de ellos no sobrevivieron), buen número de ellos frailes y monjas, otros secretarios de Felipe II y también humanistas. Jerónimo nació en 1545, fue bautizado el 6 de junio: ahí está, en el libro parroquial de Santiago, el acta breve y clara de su bautismo. Y sabemos, además, dónde nació: “en el pasadizo de Don Alonso”, nombre que tenía entonces la calle que más tarde se llamaría de la Pasión.

Después de una formación esmerada como era de esperar en una familia tan letrada, de haber hecho primeras letras y gramática por estos lares, estudió en la universidad de Alcalá la teología, y estando allí ingresó en la orden nueva que acababa de fundar la madre Teresa de Jesús. Por su valía, sus letras, su don de predicación que tanto se estimaba entonces, su carácter amable, cautivó a la fundadora de los carmelitas descalzos que le querría y le mimaría como a un hijo con aquel afecto del que sólo ella era capaz. De ahí los disgustos que se llevó por la persecución de que fuera objeto y de ahí el gozo porque, una vez independizada la reforma, fuera Gracián el primer superior de la nueva provincia.

No podemos entrar en detalles de una vida tan pletórica y ajetreada como la de Gracián, que acabaría expulsado de su querida descalcez cuando Santa Teresa ya no vivía y que hasta cautiverio en Túnez sufrió. En esta ocasión nos interesa resaltar que fue propiamente el heredero del espíritu teresiano y que, entre las herencias, una de las más significadas fue la de la devoción a San José tan recomendada por la Santa. Muestra afortunada de esta devoción fue el libro que este escritor polígrafo y tan fecundo escribió y que tituló Sumario de las excelencias del glorioso S. Joseph esposo de la Vírgen María. Se imprimió por primera vez en 1597 en italiano y en castellano, y es uno de los primeros libros dedicados a San José.

Todavía se lee como un clásico. Expone la vida, las virtudes, los privilegios, los poderes protectores de San José por ser esposo de la Vírgen, por ser padre singular de Jesús. Por supuesto, el San José que dibuja no es el viejo de antes sino el vigoroso escogido por Dios para atender a su familia. Como el libro nació en Roma, a petición de la activa cofradía de los carpinteros que le tenía como protector, se detiene en el oficio de la carpintería ejercido por José. Narra su muerte con todo detalle y anima a su devoción. Pronto comenzó a llamarse “Josefina” este libro hermoso, el más editado de tantos como escribió.

Su éxito puede verse en las ediciones numerosas y rápidas que se hicieron de él. Una de las utilidades más apreciadas de los libros de entonces era su ayuda a los predicadores. Dirá que “ha hecho este libro mucho fruto para acrecentar la devoción a este Santo y para muchos predicadores que han tomado materia para predicar sus alabanzas”. “He visto por experiencia que en Italia y España ha hecho fruto para mover los ánimos a la devoción de este santo y su esposa; y habíendole leído los arzobispos de Toledo, Valencia y otros prelados, han ordenado en sus diócesis que el día de san José sea fiesta de guardar”.

Esto lo decía en la última edición que se hizo durante su vida (Bruselas, 1609) y en la dedicatoria [a] la infanta Isabel Clara Eugenia, señora de Flandes. No cesarían las apariciones posteriores de la “Josefina”, las adaptaciones (una de ellas durante [la] Ilustración para los niños), hasta muy entrado el siglo XX. Baste con decir que este vallisoletano captó y supo comunicar el espíritu de santa Teresa en esta dimensión fundamental de su espiritualidad.”

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